La
Tarasca es una obra de Ramón Álvarez, imaginero zamorano de principios
del S.XX. En ella vemos a Santa Marta que clava la lanza en las fauces
del dragón. Toda la figura fue sometida en el año 2006 a un largo
proceso de restauración que le ha devuelto su apariencia original,
quedando una imagen de fuerte poder expresivo entre la belleza tranquila
de Santa Marta y el dragón de cuello retorcido, feo como la maldad. Un
mecanismo original ha sido repuesto, el que consigue que el dragón
expulse humo por sus fauces.
La Tarasca actualmente se exhibe de forma permanente en el Museo Etnográfico de Castilla y León de Zamora como una pieza de extraordinario valor que forma parte del legado cultural y la tradición de la ciudad de Zamora.
La Tarasca, que desfila con los gigantes y las gigantillas en la procesión del Corpus Christi, es una figura mitológica, que tiene su origen en la leyenda de Santa Marta, según la cual, esta criatura (una especie de dragón con garras, aletas y escamas) había sembrado el terror en la localidad francesa de Tarascón, devastando todo lo que encontraba a su paso y sin que nadie logrará vencerla, hasta que Santa Marta encantó a la bestia con sus plegarias y convirtió el terrible monstruo en un dócil animal.
La Tarasca actualmente se exhibe de forma permanente en el Museo Etnográfico de Castilla y León de Zamora como una pieza de extraordinario valor que forma parte del legado cultural y la tradición de la ciudad de Zamora.
La Tarasca, que desfila con los gigantes y las gigantillas en la procesión del Corpus Christi, es una figura mitológica, que tiene su origen en la leyenda de Santa Marta, según la cual, esta criatura (una especie de dragón con garras, aletas y escamas) había sembrado el terror en la localidad francesa de Tarascón, devastando todo lo que encontraba a su paso y sin que nadie logrará vencerla, hasta que Santa Marta encantó a la bestia con sus plegarias y convirtió el terrible monstruo en un dócil animal.
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